jueves, 17 de octubre de 2013

Dudas más que razonables

¿Por qué la canción que te gusta nunca sale en la radio y cuando la escuchas en el MP3 (ó 4) te cansa? ¿Por qué acabo de poner en evidencia mi grado de intecnologicidad? (=sustantivación del hecho de quedarse atrás en el arte de estar al día en tecnología).
¿Qué tipo de personas pelan las patatas con cuchillo y cuáles con pelador? ¿quién no tiene una madre que le dice: "les estás sacando la mitad... dejáme que las pelo yo"?
¿Por qué guardamos las bolsitas de ketchup que nos sobran de las hamburguesas y se quedan a vivir en la nevera 3 ó 4 años más allá de su caducidad?
¿Cuántas veces hay que tocar el timbre si a la primera no abren la puerta?

¿Por qué a los vecinos se les oye muchísimo a través de las paredes y en las reuniones de comunidad nadie escucha a nadie?
¿Por qué cuando uno se acuesta tarde, amanece más temprano?
¿A qué edad uno se olvida de cómo se hace una división?
¿Por qué cuando escribes tu opinión sobre una película en tu blog y luego lees otra crítica sobre la misma en otro, la tuya parece las contraindicaciones del Frenadol? 
¿Por qué es tan difícil separar bien la ropa por colores antes de lavar? ¿Cuántas categorías existen? (blanco, clarito, no tan clarito, negro, oscuro casi negro, colores, rojo solo, rojo y derivados...).
¿Cuántas veces tenés que escribir en el blog para que la gente tenga curiosidad de leerte todos los días? :-)

¿Por qué no me hago fologuer, follogüer, follwower.... seguidora de este tipo???




domingo, 13 de octubre de 2013

Aquel sueño era posible

Hoy escuché la historia de Riace por la radio y me pareció la mejor manera de intentar aliviar el dolor de la tragedia de toda aquella gente que muríó ahogada sólo a menos de un kilómetro de Lampedusa, justo antes de tocar el cielo con los dedos. Eso con los que todos soñaban, existe.


Rollo Google, pero no

En este momento, todo mi despligue de creatividad está en decidir si me hago la raya del pelo a la izquierda o a la derecha. Por si están deseando hacerlo y no saben cómo, la mejor manera de matar la creatividad es trabajar para una multinacional. Sí, de esas que la gente piensa que es rollo Google pero no. 

Tengo la necesidad de pararme a pensar qué quiero hacer, cuál será mi próximo proyecto, pero no puedo porque mi mente sólo sirve para producir respuestas programadas a ordenes recibidas. Funciono como una máquina todo el día y, cuando llega la noche, abro los ojos y la mente y me doy cuenta de que me quedan escasos minutos para acabar la energía que tenía para toda la jornada. Antes de reaccionar, estoy ya pensando en desconectar, dormir profundamente y a empezar otra vez.

Para lo único que me queda tiempo mental es para detenerme todos los días a reflexionar por qué demonios  uno tiene que dedicar todo su potencial a ejecutar acciones predeterminadas por personas que funcionan y hacen funcionar según principios que están en las antípodas de aquello en lo que uno cree. Porque la motivación brilla por su ausencia, pero la posibilidad de reprimenda sobrevuela el ambiente cada minuto esperando la oportunidad de clavar sus garras en una espalda inocente.

A lo largo de mis casi ¿20? años de distintas y muy variadas experiencias profesionales, debo reconocer que aquellas en la que me sentí cómoda y a gusto, donde no me pesó madrugar, trabajar de más, asumir responsabilidades propias y ajenas ni hacer esfuerzos para dar soluciones, fue en las que sentí que podía permitirme el lujo de ser yo. Donde ser uno mismo no estaba penalizado ni restringido, donde no se esperaba que intrepretaras un papel sino que ofrecieras aquello que sabes hacer de la manera más generosa y responsable posible. Las empresas que matan el yo, matan la motivación, la iniciativa yaniquilan las personalidades. No invitan a que te involucres ni que estés dispuesto a ofrecer nada.

Durante mi paso por múltiples trabajos en distintos lugares tuve la oportunidad de reirme a carcajadas hasta llorar, de tomar café con croissant mientras comentaba el Hola, de prestarme ropa y que me prestaran, de proponer una celebración y de que me la propusieran, de planear fiestas sorpresa, fiestas de despedida, de bienvenida, de espera de bebés, de proximidad de bodas, de dar y pedir recetas de bizcochos de chocolate, de disfrazarme con peluca para carnaval, de inventar un baile y hasta de casi casi de cocinar. Y todo eso y mucho más, ocurría mientras todas y cada una de las personas cómplices de estas actividades y yo cumplíamos con nuestro cometido de forma inmensamente más eficaz que si la sombra del halcón carroñero planeara sobre nuestras cabezas.

Creo en la motivación, en el estímulo y en el premio. Creo que lo mejor que pueden hacer las personas que tienen encomendado gestionar el personal es apoyar y guiar, pero nunca hacer sentir que ser tú (vos) te puede perjudicar.

Ahora más que nunca quiero leer, quiero charlar, quiero plantar, quiero coser, quiero escribir y quiero pensar. Pero sobre todo me gustaría cocinar otra vez la salsa en la que siento que flotan cómodamente los ingredientes de lo que soy y lo que quiero hacer.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Fantasía i(realidad)

En cuestiones de gustos cinéfilos tengo una línea más o menos definida y es bastante normal. Me gustan las historias sencillas, reales, creíbles, cotidianas y en versión original. Esa es la norma y no es nada original. También tengo claro lo que no me gusta: no soporto las películas bélicas ni la ciencia ficción. Eso que quede clarito porque debo ser la única persona que conozco ¿? que salió del cine al primer cuarto de película de "El señor de los anillos" y más de uno estuvo a punto de lanzárseme a la yugular al confesar tremendo atrevimiento.
Ahora eso sí, hay excepciones algo incomprensibles que no sé si debería airear así con tanta despreocupación: adoro las películas de Navidad por muy malas que sean, me encanta 007 por muy absolutamente inverosímil que resulte y, ésta última mucho más confesable, soy muy fan de Amelie. Mucho. No creo que se pueda hacer algo tan original y tan trascendental sin serlo en mucho tiempo, y si se hiciera díría que es una barata imitación.
Debo reconocer que Amelie me reconcilió con la fantasía, otro de esos géneros que estaban en la columna del NO. Amelie me hizo querer convertirme en dibujante, en escritora de cuentos infantiles y en coleccionista de extravagancias todo a la vez. Nada de eso pasó, claro está, pero sí se me abrió el apetito de irrealidad, de colorido carnavalesco, de fábula onírica y de historietas mágicas, aunque esto resultó tener una contraindicación: la ingenuidad. Este tipo de películas te convierte en un alma ingenua, hambrienta de divagar, de creer en irrealidades y de volver a jugar. La consecuencia es que ahora ves un poquito de color y te dejás llevar como hoja que arrastra el viento. Por ejemplo, el otro día sumergida en mi inocencia quise creer que en esta película vivían las historias parientes de la francesa conmovedora del flequillo:



Pero, aunque a primera vista me fascinó, caí presa de mi propia trampa y al final volví a las dos tazas de realidad.
Nada más conocerla me entró la urgencia y quise correr a verla. Averigüé dónde la daban y ahí que te digo que salimos veloces a ver qué tanto de este trailer ofrecía el resto.
Desde luego lo primero que hay que ser para que te gusten este tipo de películas es entusiasta, sin eso que el último apague la luz. Pero si ustedes son un poquito como yo, en la primera parte no podrán dejar de sonreir como si de las comisuras les hubieran atado un hilo tirante a cada oreja. Lindísima la sensación. El colorido, la imaginación, el disparate y la originalidad. 
Sólo les digo una cosa, no vayan con expectativas. Si quieren volver a la infancia por unos minutos y quedarse nada más que con eso sin pretender más, véanla. Eso sí, no me pidan explicaciones cuando se desinfle la cosa a mitad de película y quieran volver al principio para sentirse en la infancia sin estarlo eh. Avisados quedan.

jueves, 3 de octubre de 2013

Hoy quiero ser...


...estilosa con los tacones puestos y descalza aún más.
...empática para ¿entender? a una jefa que de empatía no sabe nada.
...ingeniosa para inventarme un emprendimiento que me lleve a trabajar en lo que me gusta.
...biónica-cibernética para teletransportarme y pasar un rato con mi sobri y otro con mi hermana la "fgancesa".
...delgadita para ponerme un vestido con cintura y despreocupada para ponerme otro bien suelto.
...sabia para disfrutar de todo sin preocuparme de nada.
...centrada para no estresarme con cosas que mañana serán insignificantes.
...divertida para hacer reir a los demás.
...curiosa para no dejar de aprender.
...rara para no dejar de sorprender.
...creativa para poder pensar en crear.
...libre para poder descansar.



y mañana quiero ser todo ésto y mucho más.
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