miércoles, 27 de junio de 2012

Hoy quiero ser... cantante

Este mundo está fatal. Pasar un buen rato no tiene precio y éste fue extremadamente barato.

En estos últimos días sumé una línea más a la lista de las cosas que no entiendo. No entiendo que ellos todavía no sean celebridades agobiadas por paparazzis. No entiendo que la fama no les emborrache y dejen soberbiamente esperando fuera de los auditorios a una fila kilométrica de aficionados por falta de aforo en cada concierto. No entiendo que las radios aún no pongan sus canciones hasta aburrir. 

Y es que cuando uno descubre a alguien con talento que crea algo tan original, que hace lo que le gusta y que lo hace maravillosamente bien, que despliega encanto y derrocha carisma y que ofrece a los demás un rato tan emocionante, inolvidable y divertido a la vez,  quiere sorber ese cóctel y que le corra por las venas para impregnarse de buena onda y de felicidad.


El concierto fue una auténtica delicia. No puedo menos que quitarme el sombrero ante su elegancia. Es por eso que me pido un deseo: que en los próximos conciertos tengan que tocar en un estadio abarrotado de público enloquecido, alegremente participativo, infinitamente agradecido y, como consecuencia de lo que hacen, inmensamente feliz.

Son Anna Roig i l'ombre de ton chien.

 

Anna y su grupo cantan en francés y en catalán. Sus letras cuentan historias narradas de forma absolutamente exquisita y cada nota pone en evidencia su finísima formación musical. Tanto, que de repente te entran unas ganas irrefrenables de ser cantante y componer como ella.

Como prueba, acá les pongo la letra de esta canción que me parece divertidísima (en los dos CD también hay otras dulces y emocionantes). El original es en catalán, pero la transcribo traducida para que llegue a todo el mundo (ya todos somos conscientes de la proyección internacional de este blog ;-), aunque debo advertir que no es lo mismo.

El bigote rojo

Te pintaré un bigote con boli rojo
en esa foto que nos hicimos en París.
Te pintaré un bigote con boli rojo
en esa foto que no puedo soportar.
Y yo me pintaré pelo rizado, bien largo,
para transformar en divertidos esos momentos que no lo fueron.

Te pintaré un bigote con boli rojo
en esa foto que nos hicimos en París.
Te pintaré un bigote con boli rojo
en esa foto que no puedo soportar.

Ya que no te lo puedo pintar de verdad, bien largo,
para verte un pelín divertido, a tí que no lo eres ni nunca lo has sido.

Te pintaré un bigote con boli rojo
En aquella foto que nos hicimos en París.
Te pintaré un bigote con boli rojo
En esa foto que no puedo soportar.
Y imaginaré que el viaje tampoco fue tan largo,
Y imaginaré que de tan bonito incluso volvería a hacerlo.

Te pintaré un bigote con boli rojo
en esa foto que nos hicimos en París.
Te pintaré un bigote con boli rojo
en esa foto que no puedo soportar.
Y te pintaré una verruga y un moco que te cae, bien largo,
para transformar en divertido todo lo que no lo fue.
Para transformar en divertido lo que recuerdo largo y triste,
Tan largo, tan triste,
Pero que de hecho ... No lo fue tanto.

lunes, 25 de junio de 2012

Hay cosas que no entiendo


Hay cosas que no entiendo. Muchas. Eso sí, unas me preocupan más que otras.

No entiendo por qué un crucero con mil doscientas personas a bordo flota y unas llaves que caen al agua se hunden. No entiendo por qué los lunes son más lentos que los viernes. No entiendo por qué las sábanas bajeras son tan difíciles de doblar. No entiendo por qué hay gente que da un golpecito a un melón para saber si es bueno (¿es que si se queja es malo?). No entiendo por qué lavarse los dientes con la mano izquierda es casi imposible y, sin embargo, plancharse el pelo con la misma mano no lo es tanto. No entiendo por qué a mi vecina le gusta escuchar a Alejandro Sanz mientras pasa la aspiradora (¿será masoquista por partida doble?). Tampoco entiendo por qué cuando haces cola, el de atrás se te pega tanto a la espalda (¿es que cree que así le va a tocar el turno antes?).

Pero sobre todo no entiendo por qué alguien se pone a hacer profesionalmente algo que no sabe.
Hace unos días tuve el honor la ocasión de asistir a la presentación de un libro. Por supuesto no voy a citar ni título ni autor porque estaría poniendo en evidencia su talento literario y eso sería decir demasiado. En realidad, lo que pretendo con esta entrada además de catalizar mi indignación, es cuestionar no tanto el talento literario del autor sino la profesionalidad o, mejor dicho, la falta de ella, de sus editores.

El día que haga una entrada de esas de las “5 cosas” contando mis principales fobias, muy probablemente entre los primeros puestos se encuentren las faltas de ortografía. No puedo con ellas.

Y ahora ya saben de qué va esta entrada.


Me parece bien que todos intentemos hacer cosas nuevas, cosas que nos gustan y que nos esforcemos para llegar a vivir de ellas. Es lo ideal. Hay gente que pone todo su empeño o sabe encontrar los caminos que les llevan a sus objetivos y los hacen realidad. Pero lo ideal-ideal, a mi humilde entender, es hacerlo lo mejor posible.

El escritor en cuestión es buena persona, empecemos por ahí, o por lo menos lo parece. Lo cortés no quita lo valiente. Pero puso en evidencia ciertas deficiencias en la escritura que, su invisible autocrítica no debiera permitirle airear alegremente ¡en un libro!, a menos que contara con la colaboración de otros profesionales que sí tuvieran el tema dominado. Al parecer, no era el caso.

Llegamos, hicimos la correspondiente colaboración comprando un ejemplar y nos sentamos a verlas venir. Mientras tanto esperábamos empecé a leer un capítulo. A la sexta línea ya me estiraba de los pelos. En cada una de ellas había una falta, en ocasiones de ortografía, en otras de puntuación o de sintaxis. No sé. Quizás no debiera rabiar contra esas cosas, pero soy de la idea de que si puedes practiques el “zapatero a tus zapatos” y si no, rodéate de otros zapateros que te aprecien y te aconsejen bien. Que te ayuden a matizar  tus carencias o a resaltar tus virtudes como artista o buen narrador. No dejes que se empañe tu talento con fallos que serían fácilmente evitables.

Mi sentencia: los Profesionales -con mayúsculas- (sean del ámbito que sean) están en serio peligro de extinción.

Oviamente a todos noz puede pazar i llo no deviera meterme con nadie ke crea que lo ace bien i ke disfruta de acer algo dibertido i ke tiene la suerte de bibir de ello. Ezo zí ke lo entiendo.


Si la perfección no fuera quimérica, no tendría tanto éxito.

Napoleón I (1769-1821) Napoleón Bonaparte. Emperador francés.


martes, 19 de junio de 2012

La eficacia del trabajo


El destino nos unió, sin el menor deseo por mi parte, hasta hacer de nosotros un dúo inseparable. A falta de mejor instructor, él me enseñó cuanto sé: la eficacia del trabajo (no compensa), la importancia de ser honrado (si eres imbécil), la trascendencia de la verdad (nunca decirla), lo aborrecible de la traición (y su rendimiento) y el verdadero valor de las cosas (ajenas), así como, por inducción, lo indicado de la tintura de yodo para las heridas, arañazos, hematomas y excoriaciones. A su sombra me hice riguroso en la planificación de mis actos, cauto en la realización, meticuloso en la ocultación posterior de todo rastro. En vano: de poco me valieron estas mañas enfrentadas a su sagacidad, sus conocimientos prácticos, su ciencia y la ventaja que otorga disponer de muchos medios y carecer de control y de escrúpulos. Siempre me engañó y nunca se dejó engañar de mí, llegando incluso, en ocasiones contadas, con falsas promesas, a valerse de mi esfuerzo y mi persona en provecho suyo, para dejarme luego en la estacada. A menudo me preguntaba si tanto encarnizamiento y tanto encono no ocultarían, en el fondo de su alma, un rescoldo de afecto mal tramitado, pero después de sopesar cuidadosamente los indicios a la luz de las más acreditadas teorías sobre los actos fallidos y otras meteduras, acabé resolviendo que nanay.

¿Genial o qué???


Se trata de un fragmento del libro La aventura del tocador de señoras de Eduardo Mendoza que estoy leyendo y que tiene pasajes que son dignos de publicar acá para que nadie se los pierda.


Les juro que el otro día, mientras lo leía sentada en mi silla en esa playa con las piernas al sol y la brisita en el pelo, me partí de risa y me morí de admiración...

Supe quien era Eduardo Mendoza hace relativamente poco cuando le dieron el premio Planeta por Riña de gatos.  En ese momento, al no haber leído nada suyo, simplemente me dejé llevar por la frivolidad y me enamoré de la cara de ese tipo ultrasimpático de sonrisa permanente que salía en las entrevistas agradeciéndolo todo. Ahora que sé que además de encandilar con sus encantos, mezcla de hombre intelectual y campechano, es de pluma magistral, no puedo hacer menos que promocionarlo.

Al parecer, el personaje de este libro no paró las aventuras en ése sólo y le siguieron dos más, uno de ellos el último en salir al mercado. Lo digo por si se animan. No sé si les va a gustar, pero casi me arriesgaría a asegurar que les va a sorprender y mucho. Su forma de escribir es tan particular, que a veces uno piensa que ni se paró a releer y lo escribió todo del tirón. Cosa fácil no debe ser, no.


Ahora un ejercicio: Relean el pasaje y díganme si no se parece, y mucho, a lo que podríamos decir de los políticos actuales...

¿Eh?¿Qué tal?

lunes, 18 de junio de 2012

Panna cotta no, Blanca Cotta

Cuando yo era chica, los domingos mi papá compraba el diario Clarín que venía con la revista suplemento. Evidentemente aquél papel impreso en blanco y negro con fotos de hombres serios y anuncios fatalistas no me interesaba ni un poquito, pero la portada del dominical con su papel mate colorido con imágenes de señoras bien vestidas, casas bien amuebladas o recetas bien cocinadas sí que tenía su atractivo.



Había secciones de todo tipo pero una en particular que nos resultaba especialmente interesante. Era la sección de recetas de Blanca Cotta. Y acá es donde las lectoras argentinas asienten con la cabeza y sonríen porque allá es archiconocida. Las españolas o de otros lares posiblemente se queden igual. Si ése es SU caso (sí, de Usted) no pierda la oportunidad de conocer sus recetas y, sobre todo, de leerlas porque la manera en que están redactadas engancha.

Las recetas son sencillas y, una cosa les digo: siempre salen bien. Es como si vinieran con un sellito de garantía. La lectura es amenísima y dan ganas de leerla sólo porque sí, aunque no nos guste cocinar. Y además esta señora, que es polifacética, ilustra de maravilla cada cosa que escribe. Casi siempre en sus recetas hay algún dibujito de una cocinera divertida "entre ollas y sartenes" (que es como se llamaba su sección en Clarín).



Esta mujer con cara de buena gente es maestra y profesora de Letras, cocinera, humorista gráfica, periodista y guionista de televisión entre otras muchas cosas. Quizás si fuera más joven, además tendría un blog.



Hoy, en un blog de cocina hecho en conjunto por cuatro blogs distintos unidos por su admiración a esta señora entrañable, encontré una receta espectacular. Sí, la de la foto de más abajo. Que realmente es del blog y no de Blanca (la foto digo, la receta sí). Me pareció buenísima para hacer y una excusa ideal para contarles sobre esta mujer que tenía encandiladas a todas las amas de casa con alma cocinil del país.

Si navegan por ahí van a ver que hay montones de recetas suyas en la web y si se animan a probarlas van a ver qué ricas. Yo tengo guardada en un plastiquito una que no falla de pasta frola de dulce de leche (y que admite variantes porque la masa la usé para muchas otras tortas que no eran exactamente ésa y quedó perfecta siempre).

Si después de todo ésto quieren conocerla, vean ésto, y si quieren hacer algo rico y quedar genial la próxima vez que el embajador las invite a cenar, lleven ésto.




jueves, 14 de junio de 2012

Me impresiona / No me impresiona

Todos somos diferentes y eso es una suerte porque la gama de sensibilidades varía ampliamente de unos a otros, lo que hace que el mundo esté lleno de gente variopinta.

Es por eso que no a todos nos impresionan las mismas cosas. Es posible que a nadie le interese lo que a mí me impresiona y lo que no, pero es una sensación divertida cuando uno se siente identificado con alguien por estas cosas casi sin importancia (ojo al 'casi').

Por tanto, estaría bien armar una votación y ver a cuánta gente le impresionan o resbalan las mismas cosas que a uno.

Por si alguien tiene el día reflexivo, acá van las cosas que me impresionan:


La gente que, a pesar de estar agotada, no muestra ni rastro de cansancio en la cara.

yo a las 3 de la tarde

La gente que se levanta muy temprano para ir a hacer deporte (yo estoy en las antípodas de ese impulso). Eso es de superdorados físicos y mentales también, no me digan.



La gente que sabe hacer cosas con las manos (véase tejer, bordar, cocinar, bricolaje, pintar, tocar el piano, masajes, papiroflexia, dibujar, coser....).


La gente que dice que empieza la dieta el lunes y lo hace!


La gente que plancha muy a menudo.

normal que impresione

La gente que despeinada está favorecida.


La gente que es capaz de poner la mente en blanco y no pensar en nada.


La gente que lleva una agenda y la cumple.

bueno, ésta exactamente no.

La gente que decide que se va a casar con un rico y lo hace (aunque 'impresiona' no es la palabra).


La gente que aparca el coche en la puerta de los sitios adonde va.


La gente que va en bicicleta a todos lados.


La gente que cocina de rechupete, te espera con la comida lista y sin estresarse.


La gente disfrutona (los que saben vivir la vida... me gusta la gente así).


La gente con mucho sentido del humor.


La gente que va con tacones de la mañana a la noche y no sufre!


La gente que tiene detalles sencillos.

quiero una camiseta con esta foto


NO me impresiona:

La gente que tiene un aifon y se lava los dientes con la mano izquierda porque no puede soltarlo de la derecha (o viceversa).


La gente que limpia el coche todos los días.


La gente que va al gimnasio a hacer vida social.



La gente que habla idiomas porque sus padres son de acá y de allá (lo diver es estudiarlos!! ;-) :-(


La gente que tiene mucho dinero y no es por talento.


La gente que se compra camisetas con cocodrilos o caballitos.


La gente que no quiere perros que no sean de raza (puaaajjjjj!!!!)


La gente que habla francés, toca el violín o monta a caballo porque 'queda bien'.


La gente que te cuenta SU viaje cuando es Uno el recién llegado.



La gente que habla bien y dialoga mal (hablar: monodireccional / dialogar: bi- o multidireccional).


La gente que tiene detalles despampanantes (véase: me regalan un Ferrari: ¡no me impresiona! No, no).



¿Debería crear una serie de "Me impresiona / No me impresiona"? 
Para sugerencias, deposítelas en el buzón. 
Para teléfono de aludidos, marque el 555-3344 ;-)


martes, 12 de junio de 2012

Sabios consejos

Una vez oí a una decoradora por la radio decir que si no tenías dinero para redecorar tu casa, que dedicaras un día a hacer limpieza de trastos que no necesitás (era una adelantada a su tiempo porque es un consejo anti-crisis genial). Despejar. Dejar sólo lo imprescindible. Vaciar espacios sobrecargados y aligerar los rincones (que limpies de una vez, vaya). Creo que se trata de un efecto más que nada funcional, pero yo digo que también es óptico, sin duda. El hecho de ver ambientes despejados relaja la vista (nada estresa más que la ropa de tu tal para cual por el suelo o la casa de Mario y Alaska).

En cierto modo, aunque con muchas reservas, creo que es el caso de esta casa que ven acá. El ambiente parece despejado, los espacios son amplios y no se ven objetos amontonados en ningún lado. Ahora, no nos engañemos, no se trata de una vivienda corriente. Esos ventanales no los tiene cualquiera, ni tampoco esos techos de vigas ni ese altillo, pero el concepto me gusta por la sencillez. Da la sensación de que no se rompieron la cabeza pensando cómo la decorarían sino que aprovecharon todo lo que iba surgiendo para colocarlo de forma ingeniosa.

Esos ventanales yo no los tengo, todo hay que decirlo, pero en mi casa sencillez es lo que sobra ;-)

Si quieren ver todas las fotos, acá









lunes, 11 de junio de 2012

El nombre


Un hombre se me acerca y me pregunta si soy Sandro Centurión, le respondo que sí. Sabés quién soy yo, me pregunta. No, le respondo. Yo soy Juan Pérez, dice con tono poco amable y entonces se exaspera y me grita que está harto de que lo use en mis historias. Intento explicarle que es sólo una coincidencia sin mala intención, que en realidad su nombre, o sea, cómo explicarle a ese pobre y trastornado hombre, que en realidad cuando digo que Juan Pérez es un mal tipo, un corrupto, un desgraciado que no tuvo una buena infancia, entre otras cosas, no me refiero a su persona sino al personaje que es pura ficción, que mi Juan Pérez no existe, que es un invento de mi imaginación. Por otra parte, ese Juan Pérez es el personaje principal de mis novelas y no puedo prescindir de él. Entonces, el hombre se enfurece, me toma de la solapa y me dice en voz alta y clara “te vamos a matar”. Luego, me suelta y se va imitando el disparo de un arma con su mano diestra. 
Desde aquel día me pasaron cosas muy extrañas, un piano cayó desde lo alto de un edificio a unos centímetros de mí mientras lo subían con una grúa, curiosamente el conductor de la grúa era un tal Juan Pérez; luego, un perro me atacó sin razón aparente, su dueño me pidió disculpas, se presentó como Pérez, Juan. Un auto se salió de la ruta y casi me lleva por delante, el ebrio que lo conducía se llamaba Juan Pérez. 

Intenté escapar de aquella locura. Tomé un avión y me fui de safari a la sabana africana. La desgracia no tardó en alcanzarme. El guía me abandonó a mi suerte en medio de la selva. Sí, se llamaba Juan Pérez.

El mundo está lleno de Juan Pérez y al parecer todos quieren matarme. Por eso me he refugiado en esta cabaña lejos de todo y de todos. Pensé que estaría solo y seguro hasta que escuché que alguien golpeaba la puerta. Era una mujer, una empleada del correo y al parecer viene por estos lares dos veces por mes, es simpática y muy atractiva. 

A propósito, me dijo que se llama Juana. No me atrevo a preguntarle su apellido.


Éste es un relato corto del blog "Rinocerontes bajo la mesa" que escribe Sandro Centurión. En él, propone un cuento para cada día. Es una buena costumbre esa de crear una historia a diario. Me gustó. 

Quizás yo podría hacerlo...¿o no?

 

viernes, 8 de junio de 2012

Es hoy



Como los detalles, las cosas simbólicas también suelen ser chiquitas. Quizás por eso, cuando son significativos se convierten en la nota diferenciadora.

Iba a poner estoy harta del pesismismo pero en realidad lo que estoy es triste (eufemismo - que no es un dios griego, ojito). Triste por las medidas compulsivo-recortadoras, triste por las medidas desmotivadoras (véase 'fastidios' a los funcionarios y putaditas varias), triste porque ya nadie habla de nada más. Nos volvimos todos monotemáticos y ya casi no nos reímos ni de los chistes de caca-culo-pedo-pis que eran garantía de desternillamiento seguro (sin destornillador, ojito también). Estamos metidos en una vorágine gris plomo,  (no gris perla, no) inundada de nombres ásperos tipo Standard & Poor's  (que nunca sonará tan bien como H&M, Tom & Jerry, Laurel & Hardy, Pin & Pon, Pedro & Pablo o Yin & Yang).



En las meriendas en los bares ya no se habla de la última película de Tim Burton, del nuevo novio de Sharon Stone, de lo mal que olía el autobús en el viaje al trabajo ni de las disputas con tus convivientes por poner la lavadora o fregar los platos que tanto juego daban en el pasado. Estamos tan deprimidos que en los ascensores ya no se habla del tiempo. Y eso sí que es terrible.



Ya no vamos al banco a sacar 20 euritos, ahora nos queremos asegurar de que nuestros raquíticos ahorros siguen ahí. A veeeeeer... ¿todavía no me los acorralaron? .. Mmhhh, ahhh (suspiro) no. Uf! Menos mal.


Lo no-tan-malo es que, con todo ésto empiezo a ver gente que también está triste y por eso quiere cambiar la situación. Lo que se viene llamando "darle la vuelta" de toda la vida.

Y ésto es una cosa chiquita, o al menos a mí esa es la impresión que me da. Se trata de una iniciativa de algunos  personajes conocidos en representación de diversas ONG que intentan, con la mejor intención, regar la calle con la manguera del optimismo y ponerle ganas a la cosa esa de 'emerger renovados'. Eso que en la era pasada se llamaban 'brotes verdes'.

Por eso, hicieron este video que insta (bonito palabro para un blog sencillito como éste) a todo el mundo a salir hoy a la calle con una prenda de ropa al revés. De adelante para atrás o de adentro hacia afuera. Lo que quieras o lo que tu cuerpo serrano te permita. Las bragas no valen que no se ven.

No cuesta nada. Ni siquiera esfuerzo. No supone ir a una manifestación a las 7 de la tarde, una vez que saliste del trabajo arrastrando los pies y con ganas de repanchingarte en el sofá (éste sí es un palabro propio de un blog sencillito como éste. Repanchingar, digo.) ... Sólo requiere que quieras aportar apenitas un detalle o gesto simbólico a ésto que se parece a una causa y todavía no consigue serlo.

Miren y después decidan si se van ahora mismo al baño de la oficina y dan vuelta a esos vaqueros o a esa camisa. Y si se encuentran en el camino con el tío buenorro del departamento de finanzas, pregúntenle por sus calzoncillos... sólo por la causa, claro.



miércoles, 6 de junio de 2012

Ensalada de pasta

El silencio siempre me ha dado frío, desde pequeñita. Es un frío extraño, que se cuela por los dedos de mis pies y va tomando todo mi cuerpo. Cuándo eso ocurre, bajo a la calle y me monto en el primer autobús que veo. Me pongo cerca de alguien e imagino que vamos juntos. Si es un señora cargada con bolsas, finjo que es mi madre: hemos ido juntas de compras al centro y ella se ha empeñado de regalarme un bonito jersey de color lila. Otras veces me siento junto a un grupo de gente de mi edad y me comporto como si acabáramos de salir del cine. Poco a poco voy entrando en calor.
Hoy me ha vuelto a pasar: he notado como el frío se me metía por dentro, se mezclaba con mi sangre y se enredaba con mis huesos. Me ha dado miedo y he salido a la calle. En el autobús, me he puesto al lado de un chico con la mirada baja. He imaginado que éramos novios y vivíamos juntos. Él ha venido a recogerme al trabajo por sorpresa -a veces lo hace, es un encanto- y yo me he puesto muy contenta. Nos vamos contando nuestros respectivos días. Ya estamos llegando, le pregunto qué vamos a cenar, no hay mucho en casa porque hace días que deberíamos haber ido al súper.

De repente, el chico levanta la cabeza. Mirándome fijamente, dice:

- Ensalada de pasta.

No ha vuelto a hablar durante todo el trayecto, ni siquiera estoy segura de que lo haya hecho en algún momento pero, por unos instantes, he sentido que existía alguien como yo.

Y ya no hacía frío.
Éste es un relato que leí hoy en el blog de Miss Rosenthal y me gustó, así que lo cuelgo acá para que más gente lo lea. 
Se trata de un relato inspirado en una ilustración de Mikimono. Cuando lo colgó en su blog dijo que últimamente no paraba de dibujar parejitas abrigadas con ganas de quererse. ;-)

¿No es lindo? 
Me gustaría escribir relatos como ese. 

Hay tantas cosas que me "gustaría hacer"... tengo que dejar de usar este tiempo verbal... 


lunes, 4 de junio de 2012

Hoy quiero ser... ilustradora

Lo ví en el blog de Vueltas al Coco y no me pude resistir a buscar el suyo propio (de la ilustradora, genial, Agustina Guerrero)... ¡qué descubrimiento!

En otra vida, quiero ser ilustradora. Lo tengo claro.

Acá, un ejemplo buenísimo de algo que me hizo reir porque tal cual-tal cual me pasa a mí.

¿A ustedes no?




Premio para empezar la semana ¡yupi!

Mmmhh, Mmmhh (carraspeo)...
Probando, probando, 1, 2, 3...
s..
s..
Quiero agradecer este premio a todos los que lo hicieron posible (lagrimita -menos mal del rímel water-proof)
A mi mamá porque quería que estudiase idiomas (y este premio es alemán!).
A mi papá porque hace un esfuerzo cada día para ir a tono con la tecnología y ya me manda 'guasapes'!
A mis hermanas porque me reclaman un post si me retraso más de dos días (lectoras fieles! -y exigentes-)
A mis seguidoras porque veo sus fotitos ahí en la columnita de la derecha y me hace tremenda ilusión! (y este premio es para blogs chiquitos con menos de 200 'folouers' ...)
A mis seguidores varones (que los tengo contados con los dedos de mi mano izquierda y sé muy bien quiénes son)
A quien me dio a traducir mi primer trabajo en alemán (cobrando)
A mi cabeza dura que se empeñó en tener un blog y metiéndose-metiéndose acabó acá.

Y, por supuesto, a quien me da el premio hoy, que me conoce hace muuuy poquito y ya me hace estos regalitos ¡Qué buena es la ignorancia, Coco!




Sin mi equipo ésto no hubiera sido posible (no hay equipo pero eso siempre se dice).

Quiero compartir este premio con mis compañeras nominadas y que lo merecían tanto o más que yo (eso se dice pero es mentira porque estás feliz de estar en el escenario y de verlas a todas ahí sentaditas con sonrisa petrificada... ;-).

A MoneyPenny que ya debe haber recibido este premio antes seguro, porque cuenta las cosas de forma bien divertida.
A Bubulina que no sé cuántos seguidores tiene pero le doy el premio igual porque me gusta cómo explica las cosas y las fotos y las cosas que hace.
A Pomelo y Chocolate porque me explicó cómo hacer una cabecera de blog que todavía no hice (véase más arriba).
A Pepita, que se pasa un poco de seguidores pero me da igual porque su blog es lindísimo.
A Gaguita porque un día la visité y me gustaron las cosas con las que se maravilla.



viernes, 1 de junio de 2012

No es por dar envidia

Mi última intención es hacer publicidad, pero vale la pena ver este video y disfrutar de esas imágenes preciosas... No les dé envidia si les cuento que este fin de semana intentaré visitar alguno de los lugares que salen en este video.... sí, todos están cerquita... ;-)


Con cariño especial para los que en este momento viven en invierno...

Blogging tips