miércoles, 11 de mayo de 2011

El medio modifica el mensaje

Ayer, mientras comía (más tarde de lo que almuerza la gente “normal”), escuchando la radio oí una tertulia en la que se discutía la forma de aprendizaje de la escritura manual. Al parecer en Europa y Latinoamérica utilizamos la cursiva de toda la vida, pero no esa que hoy vemos en el ordenador como letra “inclinada”, sino las letras enlazadas (o sea, todas juntitas). Por el contrario, en el mundo anglosajón (EEUU más Reino Unido) a los niños se les enseña a escribir en imprenta minúscula, o sea con las letras todas separadas entre sí, con lo que tienen verdadera dificultad de leer manuscritos. Eso me hizo pensar... ¿Se dieron cuenta de lo poco que escribimos a mano hoy en día? ¿No les da lástima? A mí, sí.


La pasada Navidad (del 2009, en realidad), un día de diciembre al llegar a casa después del trabajo, abrí mi buzón y, para mi inmensa sorpresa, encontré un sobre con destinatario y remitente ¡¡¡escritos a mano!!! No se pueden imaginar mi emoción. En ese preciso instante pensé que alguien se había tomado la molestia de ir a la tienda a comprar una tarjeta pensando en que me gustase, de escribir en ella una dedicatoria personalizada (no de esas dirigidas a la masa ‘amiguil’), de buscar mi dirección y ponerla con su boli lila de punta gruesa en el anverso del sobre cuidando que no faltara detalle para que el cartero no tuviera ocasión de equivocarse y, finalmente, de acercarse a un buzón u oficina de correos a enviarlo. ¡¡Pero qué maravilla!!! Por supuesto, después de este momento “emoción vintage” (o sea, ‘lo mejor de los tiempos pasados’), entré en casa corriendo y rápidamente busqué el número de Vivian, (esa amiga divina venezolana que afortunadamente heredé de mi hermana Fernanda, alias “Meny”), para agradecerle de todo corazón ese gesto (ahí el detalle) salido del alma. En serio, ese e-mail de menos que recibí gracias a esa tarjeta de papel me pareció el primer mejor regalo de la época navideña.

Háganse una pregunta: ¿Cuánto tiempo hace que no dejan una notita de papel y lápiz a la persona que convive con ustedes? ¿Cuánto hace que no escriben una carta y la mandan por correo? ¿Cuánto hace que no hacen la lista de la compra a mano? ¿Cuánto hace que no pasan una nota manuscrita por debajo de la puerta de alguien? ¿Cuánto hace que no hacen un examen a mano? ¿Cuánto hace que no toman nota de una receta de la tele en un cuaderno destartalado? (¿a que la buscan en internet?).

Lean este artículo (no sean vagos, sólo son dos minutitos) y van a ver que no sólo es “romántico” el hecho de escribir a mano, sino que además tiene unos efectos muy positivos en la parte (ojo al palabro) sensoriomotora del cerebro.

Si son valientes y quieren saber más también pueden leer éste.

Ah! No se olviden de dejar hoy una notita manuscrita a alguien… a ser posible, con un manchón de tinta.

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