Ayer iba en el coche y en la radio escuché, en vivo y en directo, la lista de galardonados de los premios Ondas. Y voy y me emociono. Ya ven, emoción con la entrega menos emocionante del panorama “galardonil”. Listita de ganadores y ya está. Ni suspense, ni flashes, ni nervios de esos de arañar los apoyabrazos de la butaca. Pero los premios son así. Me arrugan la nariz y me da por tragar espeso. Y ya sabemos que al final son todos cursis. Lo son. Los premiados siempre dicen lo mismo: “Esto no es sólo para mí, es para todo mi equipo” o “Lo comparto con mis rivales que tanto lo merecían” o cosas como: “No me lo esperaba”… Vengaaaa, ¿en serio?
Pero la verdad de la buena es que a todas nos encantaría estar en un escenario con un vestido rojo palabra de honor y las pestañas más altas que nunca, zapatos de esos tan monos que duelen como si fueran de espinas, con la sonrisa blanco nuclear y un collar de no sé qué diseñador de nombre francés que te obliga a llevar guardaespaldas. Y, sobre todo, nos gustaría estar ahí para dar ese famoso discurso de agradecimiento, con o sin chuleta, da igual. (Por cierto ¿no es un poco pedante llevar la chuleta? Siempre pensé que quien la lleva es que estaba seguro de que iba a ganar… ¡qué sobeeeerbia!).
En fin, que a todas nos haría ilusión, mucha, y tooooodas (no digan que no) sabríamos cómo decir ese discurso con mega-elegancia porque ya lo practicamos mil veces en el espejo del baño con el champú en la mano a modo de premio.
Yo con mi Pantene: “¡Gracias, gracias! ¡Muchísimas gracias! Esto no es sólo un reconocimiento para mí sino también para mi equipo (tenía que decirlo). Fulanito: gracias por tu apoyo incondicional. Menganito: gracias por darme mi primera oportunidad. Papá, mamá, Cuqui, Loli, Toti y a Mr. X que está allí sentado (con esmoquin, zapatos impecables y brazos de hierro), gracias por estar ahí cada día…” etc. etc. En fin, toda la ristra. Y un poco de lagrimita, que siempre queda genial (sólo un poco, que sabemos que el rímel peligra y no queremos salir así por la tele).
¡Ah! Y lo que me dan en mis fantasías siempre es ¡un Oscar! Evidentemente ni pienso en que sea por actuar. Es el premio más glamuroso y punto. Bueno, un Grammy tampoco estaría mal.
La verdad de la buena ¿nunca salieron de la ducha y, champú en mano, dieron el discurso de sus vidas después de haber quitado con la manga del albornoz el vaho del espejo?
¡Vengaaaaaa! Confiesen… no me dejen sola.
PD: Mi ideal de discurso de agradecimiento, de vestido, de llanto y de toooodo fue el de HalleBerry cuando recogió el suyo. Así, tal cual, me imaginé yo.
No te dejo sola.
ResponderEliminarMe he pasado noches despierta en bucle pensando que discurso corto , emotivo y nombrando a todos los que me importan diría yo al recoger un Oscar ( ¡¡¡¡)
El por qué me lo iban a dar a mi , me la soplaba.......
Quería el discurso perfecto .
Y si .
Yo con la laca Elnnet ( que es dorada)
Tremendo, mi ego
¡qué bueno la laca dorada! Mi madre y mi tía la usan siempre. Cuando era pequeña siempre había una en el baño.
ResponderEliminarYo un día me voy a comprar un Oscar de esos de los chinos y un vestido rojo.
A mi no se me ocurre pensar en subirme a un escenario y hacer un discurso mas que nada por que mi discurso seria algo parecido al de Iniesta; "jo, si lo sé no marco el gol!"
ResponderEliminar