Supongo que hay muchas por ahí. Pero yo hoy encontré a la mía. Navegando por esta red, que a diario nos regala descubrimientos mágicos, me topé con una persona con la que estoy segura de haber jugado a hacer castillos en la arena, paseado por esa playa atiborrada de gente o tomado las medialunas más ricas en una deliciosa parada, una mañana fresca de viaje en carretera.
Famosa Ruta 2 |
Eran mañanas muy frías a pesar de ser pleno verano. Era más temprano que nunca. Habíamos dormido poco a causa de la emoción pero ese día no costaba ni un poquito levantarse aunque fuera casi de noche. La ilusión era mayúscula.
Habíamos pasado semanas enteras imaginando cómo iba a ser. Habíamos pensado llevarnos el vestido rojo con flores o las sandalias nuevas. Habíamos pensado en llevar nuestros cassettes preferidos para el camino. Nos habíamos peleado por ir del lado de la ventanilla y vuelto a reconciliar después de un pacto. Íbamos apretados en el asiento de atrás y el equipaje se asemejaba al de una familia que emigra para no volver nunca más.
Todo cabía; cinco niños/as nacidos en los prodigiosos años 70, víveres para un mes, bikinis chiquititos, bañadores enteros, chanclas de colores, sombrillas para multitudes, papás y mamás, mate y facturas, abuela, perrito del alma... Radio portátil, revistas de crucigramas, juegos de mesa, gorras con visera... Imprescindibles y no tan imprescindibles iban mezclados en el baúl a punto de estallar.
400 km de risas, sueño, canciones, bromas, buen humor y perspectivas de diversión... 400 km de planes... 400 km de recuerdos imborrables.
Después del trayecto llegarían los desayunos monumentales, las jornadas interminables de sol y baños, los paseos, los helados, las cenas de madrugada y los juegos de cartas con trampa. El calor infernal y el frío invernal, todo en el mismo día. Las combinaciones multicolor de ropas, de comidas, de juegos, de chistes, de todo. Todo aquello con lo que soñábamos durante once meses se concentraba en ese lugar y en ese momento. Todas aquellas expectativas se colmaban con creces. Todas las risas se soltaban y todos los bailes se bailaban...
Y todo eso y mucho más, igualito, lo disfrutaba ella también... en los mismos lugares y en los mismos momentos... y por eso estoy segura de que ya nos conocemos. Estoy convencida de que en alguna ocasión nos prestamos los rastrillos en la playa, comimos en la mesa de al lado en un restaurante o nos probamos el mismo pullover en la misma tienda, el mismo día de lluvia...
La Calustra |
Precioso, Mariana! Bonita casualidad y más bonito texto: qué bien lo has contado. Y entre tanta memoria bien construida, viajando yo también por la mente en el coche de mi padre camino de las ansiadas vacaciones, me has llevado también a Argentina, a las medialunas y las facturas, y el mate, y un verano de película que empezaba por ese maravilloso desayuno.
ResponderEliminarUn besito grande!
Muchas gracias!!! la verdad es que es sorprendente que cuenten lo que uno podría contar en primera persona y te lo encuentres a través de una pantalla un día cualquiera, cuando llegas a trabajar.
ResponderEliminarGracias por tus comentarios.
que bonitoo, la vida te da estas sorpresas maravillosas a veces. Vi el post que comentas en su entrada original hace unos dias, Curioso como internet nos conecta
ResponderEliminarMariana veo que compartes recuerdos con nuestra amiga Ale...es emocionante darte cuenta que otras personas han vivido lo mismo que tu...y cuando cuentan su historia es como si contaran la tuya...
ResponderEliminarFeliz fin de semana...un abrazo
Ayyyy!!! qué linda Mariana!!! Acá estoy es una Mardel, hoy de 36° terribles por lo que me metí en un barcito a leerlas y me encuentro con mi hermana vacacional!!! Me encantó lo que escribiste y te lo agradezco muchísimo. Y ojito que nos vamos a seguir encontrando, eh? Besito grande!!!
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