jueves, 12 de enero de 2012

Menos planear y más hacer ¿o viceversa?



Todos tenemos de ESAS cosas pendientes. Seguro que están pensando en varias ahora mismo. Yo me paso la vida intentando hacerme una agenda mental con las tareas que quiero hacer bien ordenaditas para que quepan todas y la visualizo pero, como ya habrán deducido por mi frase "me paso la vida", nunca lo consigo. ¿Tienen ustedes también la sensación de tener siempre cosas pendientes de hacer? La verdad es que podría haberlas incluido en los propósitos para este año, pero no quise hacerlo porque son las mismas que arrastro desde hace lustros (qué palabra tan elegante: "lustros" y que poco la usamos ¿no?) y ahí siguen firmes, dándome toques en la nuca (maldita contractura).



Digamos que hay diversas tallas de meta. Algunas son a gran escala o XL, otras a media (M) y otras a mínima (esa talla que ya desapareció de mi vida: S). Estas últimas son bastante susceptibles de ser cumplidas, la verdad, ya que su nivel de exigencia es alcanzable, pero me gana la desidia (culturilla palabril) o la vagancia (culturilla nivel calle).

Las metas XL son de esas de reflexionar mucho antes de embarcarse pero que una vez a bordo, por amor propio o simple orgullo, una cumple porque quedan muy bien y es genial cuando la gente aplaude y todo el mundo dice: Ooohhhhh... (estudiar otra carrera: cumplido, cambiar de casa: cumplido, hacerme vegetariana: cumplido, aceptar trabajos nuevos: cumplido).


Las metas a media escala son las que se van cumpliendo intermitentemente según tenga una un buen día, un subidón, un bajón, falta de vitaminas, dosis extra de positividad o montaña rusa de estímulos: hacer más deporte (mmmhhhhh), pintar la casa (uuffff), llevar tacones todos los días (qué pereza), leer más libros hasta el final (no vale tener cuatro, -sí, 4- a medio leer en la mesita de noche), llevar una agenda para todo desde el principio del año hasta el final (enero sólo no vale), ordenar las fotos tanto en papel (las de los años 90 siguen mezcladas a lo loco en una caja) como digitales (si se mezclan el cumple de la tía, el viaje a Londres con amigas, la sesión de fotos con perritas y la excusión a la montaña nos sale una carpeta tutti-frutti que evidencia nuestra incapacidad organizativa fotoril llamada: "Cumple de perritas en Londres con botas de montaña 2011"), y más. 


Y después están las metas a pequeña escala que se van cumpliendo siempre que se puede pero que, al realizarse no son de las que merecen super ovación y, que si no se llevan a término tampoco suponen una gran decepción: ponerme body milk después de cada ducha, comer frutos secos cada mañana, emprender algún proyectito DIY de vez en cuando, ordenar la ropa por colores, comprar flores todas las semanas, pintarme las uñas de los pies en invierno aunque no se vean o escribir e-mails pendientes a gente de la que sólo tengo noticias cuando soy yo la que da señales de vida.


¿Saben cuando uno va a clase de yoga y le dicen: "ahora ponemos la mente en blanco" y no se puede? Pues eso, la mente ya no se vacía así como así, las piernas no se fortalecen con bailar un día por semana y los propósitos no se cumplen por sí solos. Si alguien tiene una receta para fijarse metas y seguirlas a rajatabla que lo diga... no sea cosa que esté yo acá solita pensando en cómo tener una fuerza de voluntad 10 puntos sin interrupciones y nadie me dé una pista de cómo hacerlo mejor y sin esfuerzo.

Vengaaaa... no sean egoístas. Cuéntenme cómo lo hacen (¿o somos todos igual de vagonetas?).

1 comentario:

  1. todos somos igual de vagonetas :oD
    pero, chica, si consigues alguno de los gordos, creo que se te pueden perdonar los más pequeñitos...
    y ¡¡enhorabuena por tu sello de jurada!! envidia que me das...
    beso

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